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¿Cómo alcanzar el éxito en los esports? Talento, suerte… y familia

Cuando los tuyos te cubren las espaldas, puede que llegues más lejos, pero a veces no basta con ello.

El sueño de ganarte la vida jugando es uno realmente recurrente entre los gamers. Ya sea como jugador profesional, como tester o a través de cualquier otro proceso. Sin embargo, aún es complejo encontrar oportunidades reales para hacerse de un ingreso estable y más que digno al apostarle a los videojuegos. Especialmente en una región como América Latina, donde la escena de los deportes electrónicos aún está en pañales.

No se trata únicamente de que te guste jugar, o de que seas muy bueno. Sino también de contar con el respaldo suficiente para hacer de los videojuegos una alternativa de vida viable. Tanto de tu familia como de actores externos. Incluso es muy probable que, en algún punto, tengas que poner de tus ingresos en un oficio o profesión para poder competir.

En América Latina, por ejemplo, están los casos de jugadores dedicados a los juegos de pelea. Algunos, como Violent Kain (especializado en The King of Fighters) y Frutsy (quien ha competido principalmente en Ultimate Marvel vs. Capcom 3), han señalado en entrevistas y testimonios en redes sociales que ponen de su dinero o reciben apoyos monetarios de conocidos para acudir a eventos internacionales. Otros, como ZeRo (chileno multicampeón de Super Smash Bros. for Wii U), básicamente vivió al límite con los bonos de victoria en los torneos como única forma de ingresos para pagar la renta y la manutención en un país extranjero.

No conforme con lo complejo que resulta el obtener el respaldo suficiente para hacer del juego competitivo una forma de vida, está el hecho de que en nuestra región aún no se ve con la suficiente seriedad el deporte electrónico. Para diversas familias es, de hecho, complicado entender cómo una persona quiere dedicarse al arte o al deporte tradicional en lugar de una profesión con la etiqueta de “altos ingresos” (como la abogacía o la medicina). Ahora pongamos a la misma familia ante el escenario de comprender algo como los esports y, en buena parte de los casos, la imagen es negativa.

Por ello, existen casos en el mundo que contrastan fuertemente con la realidad latinoamericana. Oportunidades que para nuestro rincón en este mundo parecerían impensables o, cuando menos, casos que representan a un futuro relativamente distante. Pero no, los esports ya no son el futuro. Son una industria presente, con estrellas y atletas dedicados de manera completamente profesional a su práctica. La diferencia, por supuesto, es la cultura que rodea a cada uno de ellos.

“Si fracaso, fracaso”

En América Latina el abandonar la escuela es, en la mayoría de los casos, una cuestión más de necesidad que de elección. El 80 por ciento de los jóvenes mexicanos que iniciaron la primaria en 1999 ha abandonado los estudios antes de concluir una licenciatura, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Educación Pública. La necesidad de generar un ingreso, la escasez de oportunidades académicas, entre otros motivos, impiden a diversos estudiantes continuar. Por ello, es un ideal mantenerse en el sistema educativo hasta obtener un título universitario.

En este panorama elegir dejar los estudios en busca de una oportunidad en los deportes electrónicos suena a una completa locura. Pero es algo que sucede. Sobre todo en un país como Suecia, el cual vio nacer a Lucas Hakansson. Con apenas 19 años de edad, su trayectoria como jugador es peculiarmente envidiable. Ha pasado de ser considerado una estrella de Twitch a un miembro del equipo Cloud9, para después ser fichado por los Houston Outlaws de la Overwatch League. Todo con el alias de Mendokusaii.

Llamó la atención la anécdota de Lucas acerca de cómo su padre, Henrik Hakansson, le comunicó el hecho de que ya no seguiría en la escuela. En lugar de ello lo apoyaría para perseguir su sueño como jugador profesional. Cuando los planes del joven eran de tomarse un año sabático para probar suerte, el patriarca de la familia le hizo subir la apuesta.

Como en muchos otros casos similares, Mendokusaii fue un joven con problemáticas de aprendizaje, así como depresión y ansiedad. Los videojuegos, más que un refugio, terminaron por convertirse en ese espacio donde podía demostrar su valía. Se convertía en algo notorio su evolución al dominar juegos como Counter Strike. Por ello, con el paso de los años, pasó de jugar en solitario a unirse a equipos. Y de sólo divertirse a competir de manera más seria.

Al principio esto no le gustó al señor Hakansson. Básicamente debido a que veía resultados académicos debajo de lo esperado, mientras que sus hijos pasaban horas y horas jugando. Como la mayoría de los padres de familia, los tomó como vagos en potencia.

“Me decía: ‘creo que eres un adicto a los videojuegos. Los videojuegos causan violencia. Te puedes volver adicto a World of Warcraft y hay un sujeto que se murió jugando en Corea’. Todas esas cosas locas”, indicó Lucas acerca de estos episodios.

Al principio hubo castigos para limitar una posible adicción al juego. Pero desde muy joven Lucas fue ganando terreno en la escena competitiva local y europea como parte de equipos dedicados al gaming. Esto le hizo entender a su padre que, tal vez, era la mejor oportunidad –si no es que la única– de que tuviera un auténtico desarrollo profesional.

Aquí hay que dejar algo claro: Mendokusaii ya tenía una reputación como jugador competitivo antes de decidirse a perseguir sus ideales y contar con el apoyo de su familia. No al revés. Lo cual, por supuesto, facilitó un poco el entendimiento y la transición al profesionalismo. Lo anterior, por supuesto, con la consciencia de que hay una responsabilidad de por medio.

“No quería que jugara, practicara e intentara llegar a las grandes ligas con el hecho de que, si esto no funciona, deba volver a la escuela en cierto tiempo. Quería que me enfocara en el juego y persiguiera mi sueño. Si fracaso, fracaso”, confesó el jugador. Vale la pena considerar que no ha cumplido siquiera 20 años y ya su futuro depende de sus resultados como jugador competitivo.

Un escenario así no es para cualquiera.

https://www.youtube.com/watch?v=esqCYobkyiQ

El corazón en las gradas

Antes de siquiera pensar en volverse un jugador profesional de Street Fighter V, Victor Woodley tendría que pagar derecho de piso. No se trataba de ser un contendiente, sino demostrarlo de manera evidente. Por ello, empezó a ganar torneos y a convertirse en un dolor de cabeza incluso antes de ser tomado en cuenta como un oponente serio. Al final del día, apenas cuenta con 18 años.

Resulta que, antes siquiera de tener un contrato, Victor tuvo que superar a leyendas de Street Fighter como Justin Wong y retadores notables como Ricki Ortiz o K-Brad, como sucedió en el Red Bull Battlegrounds de 2016. Con tamaña gesta su sobrenombre, Punk, no sólo fue reconocido por la comunidad internacional de los juegos de pelea. También por el equipo Panda Global, el cual le ofreció un contrato.

A diferencia de lo que uno podría esperar, Punk ha declarado que prefiere dedicarse a ganar primero antes de pensar en qué hará con el dinero que hará de los videojuegos. Sus metas, sin embargo, son claras: una de las primeras cosas que desea lograr es adquirir una casa. En este camino cuenta con el apoyo de su familia, pues no sólo se han alegrado de verlo triunfar a la distancia. También estuvieron ahí, en sus momentos de gloria.

En EVO 2017, Punk llegó a la gran final de Street Fighter V en el bracket de ganadores. Había derrotado previamente a su oponente, Tokido, quien ha pasado una vida entera construyendo una reputación demoledora en los juegos de pelea. Sin embargo, el público estaba con él. Nunca antes había estado tan cerca de llegar un campeón estadounidense en el evento principal de la competición.

Tokido fue, vio y venció. Rompió el corazón del país y de Punk, por supuesto. Pero en el proceso hubo una imagen icónica: su madre, en las gradas, apoyándolo con el alma. Victor no está solo, su familia lo acompaña en un camino donde no cualquiera es capaz de llegar lejos.

Eso sí, si no fuera por la oportunidad de jugar videojuegos, Punk se habría dedicado a la vida universitaria.

“Estaría siguiendo una carrera en contanduría”, indicó el jugador en una entrevista. Al final del día, como puede verse, es un muchacho que aún no ha perdido el piso. Aún estando en el nivel más alto de triunfo y competencia que los juegos de pelea pueden otorgar.

Sólo unos elegidos

Si algo podemos ver es que ser bueno no basta para seguir una carrera en los videojuegos competitivos. Antes siquiera de soñar con tener una oportunidad debes demostrar tu valía. Y eso ni siquiera te garantiza que seas tomado en cuenta para formar parte de un equipo, que este camino sea rentable, o que tu carrera sea larga.

Claro, la perseverancia es clave al momento de buscar un resquicio en este peculiar sistema donde puedas entrar; pero no es una fórmula garantizada. Mucho menos cuando, debido a factores como la respuesta de los reflejos o incluso la curva de aprendizaje, los equipos buscan a jugadores cada vez más jóvenes para convertirse en sus representantes. Y, así como pasa en los deportes tradicionales, una mala decisión o un infortunio pueden truncar súbitamente carreras completas.

Sí, lo ideal es contar con el apoyo de tu familia. Hay familias como la de Lucas o la de Victor dispuestas a respaldar a jóvenes jugadores. Pero en una cultura como la latinoamericana, es evidente que convencer a los tuyos de brindarte apoyo o al menos respetar semejante elección profesional no es sencillo. Menos en un entorno en pleno nacimiento como los eSports de la región.

¿Estás dispuesto, con todo lo anterior, a aceptar el reto?

Fuente: Kotaku, ESPN, Event Hubs, El Universal

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