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My Current Obsession | Assassin’s Creed III y Rogue: subversión de expectativas

Assassin's Creed
Assassin’s Creed es una franquicia con más juegos que años de vida, y es justo en su punto medio donde están mis títulos favoritos, en los que Ubisoft se atrevió a plantearnos la posibilidad de que, tal vez, ni los Asesinos son tan buenos; ni los Temparios tan malos.

Aprovechando el lanzamiento de Assassin’s Creed III Remastered para Nintendo Switch este mes, quisiera hablar de lo que significaron, a nivel temático, éste y Assassin’s Creed Rogue, dos juegos que creo son los más infravalorados de toda la franquicia de Ubisoft.

Assassin’s Creed III era anunciado tras la triste noticia de que no veríamos más a Ezio Auditore da Firenze, cuya historia había sido terminada en Revelations y que había protagonizado tres videojuegos de consola y se había ganado a los jugadores quienes lo acompañamos literalmente desde que era un bebé hasta que se hizo viejo. Ubisoft tenía un gran reto con esta entrega, debía renovar la forma de jugar, que muchos medios decían ya se sentía gastada, continuar el arco de Desmond y posiblemente concluirlo, y darnos una nueva historia y protagonista que pudieran llenar los enormes zapatos de Ezio.

Assassin's Creed

A nivel jugabilidad, ACIII fue el que en su momento introdujo más cambios: formas más dinámicas de infiltración, combate más agresivo, el enorme “hub” que era la Frontera, cacería, la construcción (de una forma más orgánica) de un asentamiento, uso de un barco y combate naval, entre otros; sus secuelas, Assassin’s Creed IV Black Flag y AC Rogue pulieron prácticamente todos los elementos presentados sin introducir cosas nuevas. Pero es a nivel argumental y temático donde estos juegos destacan sobre el resto de la franquicia, al menos hasta ese punto.

Asesinos vs Templarios ¿el bien vs el mal?

Un argumento que siempre estuvo implícito en la saga era que aunque ambas organizaciones buscan la paz, el método de los Asesinos es por medio del entendimiento defendiendo el libre albedrío de la gente, eliminando solo a aquellos que se aprovechan del resto; su visión de la humanidad es optimista. Los Templarios por su parte buscan eliminar el libre albedrío, ya que no se puede confiar en que la gente elija el camino que beneficie a la mayoría, la paz es imposible mientras a la población se le permita tomar sus propias decisiones egoístas; su visión es más pesimista. La diferencia era clara, los Templarios eran los tiranos, los Asesinos sus enemigos, aunque en ocasiones podían trabajar momentáneamente por un objetivo común.

Sin embargo, ACIII y AC Rogue desafían todo esto, en el primero nuestras primeras horas serán con Haytham Kenway, quien se mueve, pelea, habla y comporta como un Asesino, pero Ubisoft nos sorprende por completo cuando nos revela que en realidad es un Templario. Este no es ni el primer ni único desafío que nos lanza el desarrollador francés, a lo largo de la aventura descubrimos un poco más sobre la filosofía de ambas organizaciones y cómo tal vez incluso puedan trabajar juntas de una forma más significativa que solo matar a un enemigo en común, estos argumentos no solo están dados desde el punto de vista, joven e iluso, de Connor sino también desde el de Haytham, más maduro y experimentado.

Assassin's Creed

En su momento se generó mucha discusión entre los fans por este juego, tanto por cierta falta de carisma de su protagonista (un rol difícil de llenar después de Ezio) como por esta idea, extraña, de que alguien en cada organización esté dispuesto no solo a considerar los argumentos de los rivales sino a una unión más permanente, ya que hay que recordar que hasta este momento siempre veíamos a los Templarios convertirse al Credo después de darse cuenta lo malos que eran.

Subversión de la temática, hasta cierto punto

Black Flag exploraba más a detalle el Credo y su verdadero significado, “nada es verdad, todo está permitido” no era un dogma como tal, sino una invitación a cuestionar y actuar bajo ciertos principios morales que beneficiaran a la mayoría, este juego regresaba un poco el status quo de la franquicia con los Asesinos como únicos héroes, si bien nos ayudaba a ver los riesgos de la malinterpretación del credo con la historia de vida de varios piratas que la usaban para justificar sus acciones despiadadas  y fuera de la ley.

Sería Assassin’s Creed Rogue el juego que llevaría la subversión de ACIII a otro nivel, Shay Cormac, nuestro protagonista, inicia como Asesino pero tras los actos bastante cuestionables de la Hermandad y su papel en la destrucción de Haití y Lisboa, Shay intenta huir mientras sus antiguos camaradas quieren asesinarlo justo por hacer algo que promueven, cuestionar la autoridad y las acciones de los que creen hacer el bien mayor. Shay termina como un Templario y es a través de su historia que nos damos cuenta de las atrocidades que también llegan a cometer los “buenos”.

Este fue un paso interesante en una franquicia que se sentía estancada en su temática. Era increíble explorar ciudades desconocidas, conocer a figuras históricas, aprender de la historia real de la humanidad en una obra de ficción, pero todos los juegos mantenían el papel de héroes y villanos intactos. A partir de este momento comenzamos a cuestionarnos si los Templarios no tendrían más puntos a su favor de los que les habíamos concedido, la hipocresía del credo ya había sido mencionada y explorada en juegos previos pero nunca expuesta tanto como en Rogue.

Sin embargo, tal vez parte de una estrategia por parte de Ubisoft para evitar polémicas y tener una alternativa en caso de que esto no funcionara, aunque el juego nos daba una nueva perspectiva no tan bondadosa de los Asesinos y hasta llegaba a poner a los Templarios a veces como héroes, en general seguía dejando a estos últimos como villanos. Seguían buscando el control de la gente, seguían manipulando la verdad para sus propios objetivos y sus acciones hacían parecer las de sus rivales como meros errores de cálculo y no las de personas realmente malas; a pesar de todo el status quo se mantenía.

Formen equipos de tres y discutan

Aunque ACIII y Rogue han sido opacados en muchos sentidos tanto por los juegos anteriores (especialmente la trilogía de Ezio) como por juegos posteriores (más grandes, con mayor duración y elementos más divertidos para la jugabilidad), en nivel temático han sido los más divisivos entre los fanáticos que en diversos foros mantuvieron la discusión iniciada por el juego. Muchos fanáticos de hecho tenían la esperanza de que en juegos posteriores exploráramos por completo la visión de los Templarios con una luz más benigna sobre su accionar y filosofía, sin embargo, eran más los fanáticos que justificaron las acciones de la Hermandad como simples errores y condenaron a Shay por reaccionar exageradamente y, peor aún, irse con una organización que era, discutible, auténticamente mala; si Shay se quejó de la hipocresía de los Asesinos, ¿por qué no era igual de estricto con los Templarios?

Como sabemos, aunque la relación entre ambos grupos ha seguido siendo explorada en los juegos posteriores de la franquicia, Ubisoft en gran medida regresó a la dinámica previa. No puedo decir, honestamente, que me decepciona, pero creo que de esta línea de pensamiento se pudieron sacar muchos más productos incluso más interesantes, tal vez con desertores de ambas formando una nueva filosofía mucho más nutrida.

Assassin's Creed

Es por ello que, aunque parece una discusión incompleta, Assassin’s Creed III y Assassin’s Creed Rogue siguen siendo mis juegos favoritos de una longeva franquicia que ha sabido renovarse para agradar a más, si bien creo que ha ido desviándose de lo que alguna vez fue y pudo ser.

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